Señora infanta Cristina ni pizca de gracia tiene el paripé que se ha montado usted y su consorte para que baje del coche con una sonrisa de oreja a oreja, saludando tan pizpireta. ¿Dónde se cree que iba? Qué cuajo, qué pachorra (dicen en mi pueblo). ¡Lástima la educación tan selecta recibida! Eso siendo benévolos.
La séptima en la sucesión al trono se debía estar riendo de todos los españoles que, mal que le pese a ella y a quienes siguen excusándola, hemos dejado de chuparnos el dedo hace tiempo.
Para este viaje no hacían falta alforjas (también lo dicen en mi pueblo, hoy me está saliendo la vena rural, por no cortarme las otras). Si ha necesitado una semana para preparar la declaración que, básicamente, se ha reducido a "no me acuerdo, no lo sé, no me consta", la primera conclusión, a simple vista, es que es más tonta de lo que parece.