sábado, 28 de diciembre de 2013

Dignidad, ¿tener o perder?

Dignidad. Acabemos el año con dignidad, la que hace al ser humano merecedor de una existencia digna, a pesar de todo. Que no nos la quiten. Dignidad en las actitudes de vida, sea cual sea. Dignidad en los haceres, quehaceres y deshaceres. De la que carecen unos y se vanaglorian otros, sin ningún miramiento.

Término noble donde los haya, desvirtuado por quienes lo utilizan, a diestro y siniestro, sin orden ni concierto, en aras de su provecho. La dignidad no es un reclamo, aunque hay quien así se sirve de ella. Mal asunto, con la dignidad no se mercadea.

Con dignidad se pelea, se lucha, se defienden derechos dignos: "vivienda digna", "salarios dignos", "trabajo digno", "sanidad digna", "educación digna". Una vida digna. Cuando nada es lo que era se hace necesario recordar la excelencia de los mismos. Con la dignidad mal entendida se hacen otras cosas. Si hay que calificar así un negocio, una profesión o un deporte para dignificar su naturaleza inherente no se hace dignamente. ¿Alguien se imagina: "Reformas dignas", "Arquitectura digna" o "Tenis digno"? Tal es el poder de la dignidad que su mal uso deslegitima, enalteciendo lo indigno.

Acabemos el año con la dignidad íntegra, honesta, respetuosa con uno mismo y con los demás. Sin enmascaramientos, con la humildad orgullosa de ser dignos y merecedores de lo que nos corresponde por derecho. Tal vez así tengamos un año nuevo digno, aunque lo pongan difícil, aunque el "todo vale" campe a sus anchas, aunque se empeñen en extinguir el reducto de la persona digna y se haya convertido en el enemigo a batir. La dignidad imprime una exquisitez exultante e insultante inigualable, que protege del acecho, de difícil comprensión para los detractores.

Con la dignidad humana no se juega. Comencemos el año. Con dignidad.
© 2013

lunes, 16 de diciembre de 2013

Un regalo no sólo para Navidad

Fechas de calendario, invisibles, grabadas en el alma. Con risas, con lágrimas, con rabia, serenas. Fechas a recordar esperadas, desesperantes para olvidar. Fechas para todo y para naderías. Fechas para desear deseos...

"Yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio. Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza. Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos. Te deseo la fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede".
Se los debemos a Ángeles Mastretta, "Mal de amores".

No se me ocurren mejores. Deseos generosos, intangibles, sencillos y tan ambiciosos, que para cada uno son únicos. Es la magia del deseo. Del presente en el futuro, "donde cabe todo lo que aún no te sucede..."
© 2013

viernes, 6 de diciembre de 2013

Puertas abiertas en el Congreso y cerradas a la bancada azul

Día de Puertas Abiertas en el Congreso de los Diputados y de acceso vetado en el Hemiciclo a la bancada azul. Al resto sí, a esos no (¿?).

La primera fila de escaños (cómodos sillones de color azul, aparentemente iguales al resto de color rojo), depositarios de los traseros de los miembros del Gobierno parecen estar llamados a albergar sólo a gobernantes, no vaya a ser que el pueblo deje alguna huella indeleble en el escritorio del presidente (algún mensaje rayado que no cifrado, por ejemplo), deslustre el color de la poltrona, o -lo que es peor- contamine con alguna de esas ideas perniciosas que circulan por las manifestaciones y acaben como el rosario de la aurora.


Con estas premisas, luego hay que oír con motivo del 35º aniversario de la Constitución Española las palabras de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, a través de un vídeo claro está -la querencia de este señor a los plasmas es de estudio-, deshaciéndose en las bondades y parabienes de nuestra carta magna como si tuviera que recordarlo a los ciudadanos, cuando quien lo debería tener muy presente sería esa santa "casa". ¿Se trataría de un ejercicio de autoconvencimiento?