Puertas abiertas en el Congreso y cerradas a la bancada azul

Día de Puertas Abiertas en el Congreso de los Diputados y de acceso vetado en el Hemiciclo a la bancada azul. Al resto sí, a esos no (¿?).

La primera fila de escaños (cómodos sillones de color azul, aparentemente iguales al resto de color rojo), depositarios de los traseros de los miembros del Gobierno parecen estar llamados a albergar sólo a gobernantes, no vaya a ser que el pueblo deje alguna huella indeleble en el escritorio del presidente (algún mensaje rayado que no cifrado, por ejemplo), deslustre el color de la poltrona, o -lo que es peor- contamine con alguna de esas ideas perniciosas que circulan por las manifestaciones y acaben como el rosario de la aurora.

Con estas premisas, luego hay que oír con motivo del 35º aniversario de la Constitución Española las palabras de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, a través de un vídeo claro está -la querencia de este señor a los plasmas es de estudio-, deshaciéndose en las bondades y parabienes de nuestra carta magna como si tuviera que recordarlo a los ciudadanos, cuando quien lo debería tener muy presente sería esa santa "casa". ¿Se trataría de un ejercicio de autoconvencimiento?

Decía el señor Rajoy -comiéndose la cámara, supongo que por no comerse sus propias palabras- que "tenemos unos servicios sociales que jamás habían existido en la historia de España  (...) en sanidad, educación y pensiones universales y públicas".

Y, sin pestañear, continuaba con que la "Constitución es el marco donde las libertades y los derechos de cada español encuentran su acomodo y su amparo". Seguro que los padres de la Constitución no habían pensado en la Ley de Seguridad Ciudadana...

Según le estaba oyendo, por momentos me venían flashes de los vídeos promocionales, que intentan vender algo a base de un discurso vacío de contenido y rebosante de palabrería barata.

A pesar de los esfuerzos, el señor presidente del Gobierno de España -más preocupado por no perder la línea que leía que por lo que decía- no me ha vendido "la moto". Y aunque repita lo que dice el guión: "En definitiva la Constitución nos ha definido como lo que somos, un país moderno, abierto y tolerante", el movimiento se demuestra andando, pero no marcha atrás.
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