martes, 16 de septiembre de 2014

¿Por qué nos invaden los tapiceros?

Todos los días, por la mañana, hora tras hora, unos a continuación de otros, con voz femenina, masculina, con el estruendo de su "discreta" megafonía, los tapiceros recorren, a la velocidad del caracol (con la consiguiente obstrucción del tráfico), las calles de Madrid. ¿Qué les pasa a los tapiceros?

La misma perorata, una y otra vez, que trepana el cerebro, el cerebelo y lo que pille por delante: "Atención señora, ha llegado el tapicero. Se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, mecedoras, descalzadoras. Con escay, terciopelo, pana y todo tipo de tejidos. Presupuestos sin compromiso. Recogemos y entregamos en su propio domicilio. El tapicero, a la misma puerta de su casa". Ni que lo jure. Oiga, ¿me podría tapizar, con tejido que insonorice, los dos pabellones auditivos?

Camioneta gris, con megafonía en el techo.
Pareciera que se han propuesto desquiciar -aún más- a la población, o intenten seducir a la ciudadanía, cual canto de sirenas del siglo XXI, con algún claroscuro deseo. Empiezo a pensar que obedece a alguna extraña confabulación en código cifrado.

Sea por el motivo que fuere, casi que el negocio queda descartado. Jamás he visto a persona alguna acercarse, a no ser que por teléfono les saturen la línea (cosa que dudo). Y no es por desconfiar, o sí.

Camioneta roja, con megafonía invisible.
Ante semejante concentración de tapiceros, muchos humanos
-todavía sin medicación- les agradeceríamos que bajasen los decibelios.

Mientras tanto, la señora Botella se podría repasar -claro que, como dice el refrán, para lo que le queda en el convento...- la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica, Capítulo VIII sobre Condiciones exigibles a usuarios de vía pública, actividades domésticas y relaciones vecinales, en cuyo Artículo 40, relativo a Megafonía y otros dispositivos sonoros en el medio ambiente exterior, recoge en su punto 1: "Con carácter general, salvo situaciones de emergencia o consolidadas por los usos tradicionales de la población, con el fin de evitar la superación de los límites señalados por la presente Ordenanza y las molestias a los vecinos, se prohíbe el empleo en el medio ambiente exterior de aparatos de megafonía o de cualquier dispositivo sonoro con fines de propaganda, reclamo, aviso, distracción y análogos, cuya utilización no haya sido previamente autorizada".

En el supuesto caso de que, por esas cosas que pasan, tengan la correspondiente autorización, pues hala todos a la calle a vociferar, con el sistema de megafonía incorporado, para hacer publicidad gratuita: electricistas, arquitectos, peluqueros, charcuteros, médicos, fontaneros, fruteros, ingenieros, zapateros... Menudo jolgorio, ¡Magaluf se iba a quedar corto!
© 2014

5 comentarios:

  1. "Atención Señora ha llegado el tapicero". Los tapiceros además de ruidosos son unos machistas

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  2. Excelente artículo escribe más por favor .gracias

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  3. Hola, lo que dices es la realidad de cada mañana, ¡mecachis!.

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  4. En mi caso, siempre que aparece uno de estos por mi calle, llamamos a la policía. Cuando hay suerte y aparece el coche patrulla, simplemente le avisa al susodicho de que han recibido quejas y que se vaya a otra parte. Se ve que ese tipo de actividad solo está penada con "bronquita" y no con "multita". Ante tal pasividad de las fuerzas del orden, ahora, aparte de llamar a la policía ya simplemente por molestarles un poco, anotamos las matrículas de las furgonetas y los teléfonos que anuncian, y cuando ya tenemos una lista con unos ciento y pico apuntados, presentamos una queja ante la Junta del Distrito. Solo cabe decir que ya llevamos dos quejas presentadas y la tercera está muy cerca (casi 400 anotaciones en menos de 6 meses). Lo próximo será hacer la prueba de lavar el coche en la vía pública y ver si la policía es tan compasiva y se conforma con "bronquita", o enta vez si van a por la "multita", y aportarlo a la Junta a ver qué nos contestan. A ver si a base de ser reticentes con el tema hacen algo al respecto.

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